A raíz de la implementación de un sistema biométrico facial de control de asistencia en algunas facultades, recibimos consultas de numerosos colegas expresando su malestar y preocupación. En el caso de la Facultad de Medicina donde las autoridades informaron que se implementaría dicho sistema de control de asistencia a funcionarios académicos y no académicos, el capítulo local de ACAUCH organizó una asamblea donde se manifestó el rechazo a la medida y una profunda molestia porque no se hayan generado instancias previas de conversación sobre el tema, desarrollando además una reflexión de fondo sobre la naturaleza del trabajo académico.
Desde ACAUCH central, solicitamos una reunión urgente a la prorrectora quien nos derivó con el Vicerrector de la Vicerrectoría de Tecnologías e Información Prof. José Correa Haeussler. El Vicerrector nos presentó las disculpas por no haber realizado previamente un proceso de participación ni una difusión adecuada de la medida. Indicó que se trata de una modernización técnica, pasando del sistema de control por huella digital al de parámetros faciales y este último utiliza datos que serían menos sensibles que la huella digital, pues el sistema biométrico facial utiliza una foto, lo que de acuerdo al vicerrector sería equivalente a imágenes que pueden obtenerse también en redes sociales o que están disponible en sitios de internet. Además, garantizó que existirán medidas de control de seguridad y no se recopilará información para hacer cruces de datos.
De acuerdo a lo señalado por el Vicerrector, la decisión de extender el control biométrico de asistencia al estamento académico es una facultad de los decanos o directores de instituto, de acuerdo a la normativa legal. En el caso de Medicina, se comprometió a conversar con el decano de dicha facultad para manifestarle la conveniencia de mantener el actual sistema de control de asistencia, en base al libro de asistencia, para las y los académicos por ajustarse mejor a la naturaleza de nuestro trabajo. Como asociación solicitamos al Vicerrector generar un espacio de diálogo en conjunto con la rectoría en torno a este tema sensible y al mismo tiempo promover un criterio común en toda la universidad sobre los sistemas administrativos que mejor se ajusten a las características del trabajo académico.
Es relevante recordar que en las propia Política de Buenas Prácticas Laborales del año 2022 aprobada por la Universidad, se definen como buenas prácticas “aquellas acciones concretas implementadas en el contexto del trabajo, que articulan la visión y participación de los distintos actores de la comunidad universitaria, que inspiradas en los valores de democracia, trabajo decente, equidad, igualdad de género, inclusión, respeto irrestricto y promoción de los derechos humanos y laborales, permitan el bienestar biopsicosocial de los/as integrantes de la Universidad de Chile, mejoren las relaciones laborales internas y generen ambientes laborales saludables, permitiendo así, el logro de los objetivos institucionales sostenibles de nuestra Universidad”. En coherencia con esos criterios, esperamos que no se vuelvan a implementar medidas que afectan las condiciones laborales de las y los trabajadores de la universidad sin incluir la visión y participación de nuestro estamento y sus organizaciones representativas.
Compartimos aquí una reflexión inicial sobre el tema desde el capítulo de medicina:
Consideramos importante señalar que la naturaleza de la labor académica nace de una vocación por la producción y transmisión del conocimiento, junto con un compromiso con el bienestar colectivo. Lo que hace muy particular su proceso de trabajo. Quienes se dedican a la academia lo hacen con el deseo de entender mejor el mundo y de aportar desde su especialidad, compartiendo ideas con colegas y formando nuevas generaciones con sentido crítico y responsabilidad.
Esto hace que cualquier intento de “controlar” esta labor sea complejo (aunque inevitable de algún modo). Los sistemas de control basados en el cumplimiento horario o en la cantidad de productos generados resultan inadecuados para captar la esencia del quehacer académico, salvo en casos extremos: alguien que nunca está presente difícilmente será un buen docente; alguien que no produce nada —ya sea clases, formación de profesionales, artículos, diseños, etc. difícilmente será un buen académico(a). Para estos casos están las calificaciones académicas.